Estaba en La Fábrica a un paso del mundo onírico y apareció un ave…
El ave en cuestión era una lechuza.
Y como soy muy original (de origen), la bauticé como Noctua para usar un latinajo (madre de nuestra lengua).
Y porque para algo lo estudié en 2º de BUP (ya ves que no soy de la generación Z).
En fin, que Noctua se refería a la Noche, al ave nocturna.
Después se transformó en Nochuza hasta que fue apodada Lechuza, que suena más a bebida sin lactosa…
Pero lo que yo quería era escribir un cuento con esa lechuza de protagonista, lleno de claves para niños curiosos que se hacían preguntas que nadie sabía responder…
Volviendo a lo nuestro que es el aceite, era común encontrarse a estas misteriosas aves con la cabeza en las ánforas y chupa que te chupa aceite…
Hasta que esos ojos tan grandes se volvieron verdes ¡para ver nuestros corazones mejor!
Y dejándonos llevar por aquel sueño, hemos llegado al verdadero origen de La Cultivada: ¡un Cuento! no un aceite…
¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Elena Vecino
Lee aquí todas mis «HISTORIAS CULTIVADAS».