CAPÍTULO 5. El hombre que plantaba árboles
olivar vivo

Antes de que existiera La Cultivada, hubo otra marca: Cortijo Arbequel. La creó mi padre

No tuvo paciencia para llevarla lejos, pero sí para plantar árboles, como el protagonista del cuento de Jean Giono. 

Y es que, aunque no lo fuera de puertas para afuera, mi padre también era un artista.

No era un empresario ni hombre de marcas, era ingeniero agrónomo y amaba el campo, era un cultivado en el sentido más profundo de la palabra y soñaba con bosques de olivos.

Cuando decidí crear mi propia marca, supe que no podía ser solo una etiqueta bonita. 

No quería la perfección del marketing ni seguir un molde preestablecido. Pedro Mora me animó a crear mi marca de aceite. 

No tendría la perfección del marketing, pero tendría la impronta imperfecta del artista.

I love imperfection, everything gets much more interesting and beautiful 

(uno de esos mensajes que encontramos en Casa Icon)

Mi padre también era Pedro. No entendía qué mosca me había picado para dedicarme a esto… Pero de su ejemplo aprendí dos valores  esenciales para este proyecto: la tenacidad y la búsqueda de la excelencia

Construir una marca propia, llevarla por el mundo y perseverar es un camino difícil, pero cuando nace del corazón, hay que darle curso. Yo quería crear algo con alma, igual que él creaba bosques de olivos.

A fin de cuentas, los dos éramos artistas a nuestra manera, como cantaba Sinatra.

Hoy, pienso en él. Me doy cuenta de lo mucho que me enseñó sin pretenderlo, y que sus raíces me calaron más profundamente de lo que imaginaba. en cómo sembró raíces más profundas de lo que imaginaba. 

Ser padre también es eso: cultivar, esperar, confiar.

Por todos los que han plantado algo en nosotros: ¡feliz Día del Padre!

 

Elena Vecino

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