Ella ha sido fiel desde el principio del principio, y sin dejar de serlo en ningún momento de nuestro periplo cultivado.
Y digo «nuestro» porque ella siempre se tomó este proyecto como propio.
Me conmueve su perseverancia en medio de una cultura de usar y tirar, donde hay cada vez menos gusto por el trabajo bien hecho… ¡con lo que eso nos construye!
Nuestro importador japonés la elogió diciendo «¡esta chica parece japonesa!» El mayor piropo que un japonés puede hacer a una occidental…
Yo la conocí gracias a una amiga australiana que ya no está entre nosotras.
Perdita, así se llamaba, que me la recomendó para traducir la primera web de La Cultivada. Traducción que ella cobró con aceite, como se hacía en la antigüedad.
Supongo que ese gesto selló un destino que se hizo realidad gracias a una beca posterior del ICEX para el puesto de export manager.
Sharon es vegetariana, rara avis hace quince años en una Sevilla sin turistas, donde la única tapa posible para ella era un salmorejo.
Pero ni con esas…
Porque se lo servían siempre con jamoncito picado a pesar de la advertencia, y cuando lo reclamaba le decían «¿pero miarma ni jamón come? ¿entonse tú qué come?»
Ella, Sharon Page es de una pieza. Hoy es una gran sommelier y experta en cata de AOVE. Se conoce al dedillo La Cultivada y todos los vericuetos de la profesión del Oro líquido.
Recordando a Bertol Brech: «Hay mujeres que luchan un día y son buenas, hay otras que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenas, pero hay las que luchan toda la vida, esas son las imprescindibles«.
Estaré eternamente agradecida a Sharon por su inestimable voto de confianza, por creer en lo imposible y porque su esfuerzo y apoyo hizo este proyecto posible.
Elena Vecino
Lee aquí todas mis «HISTORIAS CULTIVADAS».