La Cultivada, buenos aceites.
Para los creadores de La Cultivada, “Cultivar es escribir sobre la tierra”. Nos apasiona tal declaración de intenciones y nos convence la calidad de sus etiquetas.
Son aceites frescos, ecológicos, y algo más. Mejor dicho: mucho más. Sí, también son bonitos y se convierten en ese capricho para uno mismo o el regalo para otros que no falla.
Porque “La Cultivada es estética y ética, sofisticada e inclusiva, sensorial y emocional. Es un zumo de aceitunas que recoge los signos de su terroir. A través de él se puede construir un mundo de ideales que alimenta los sentidos, el alma y el corazón”, añaden.
Quien firma dichas palabras es Elena Vecino. Ella se dedicó al mundo del arte hasta que, en 2007, soñó, junto a otros artistas, un proyecto personal. Su idea tenía el aroma y sabor de un aceite de oliva virgen extra, realmente único, que se llamaría La Cultivada. Necesitaban una finca, unos olivares, y no estaban lejos de ella ni de sus amigos soñadores.
Existían desde hacía largo tiempo en la finca familiar, el Molino de Santa Ana, en La Campiña de Córdoba. Concretamente, 115 hectáreas entre picuales, arbequinos, hojiblancos y la variedad conocida como ‘lechín de la tierra’, una aceituna autóctona muy antigua.
Como dato curioso, señalar que hace más de tres décadas, su padre, Pedro Vecino Riera, ingeniero agrónomo, introdujo en Andalucía el cultivo de la aceituna arbequina, integrándolo en el legado familiar con el propósito de elaborar aceites más delicados. El paso del tiempo y las tendencias le darían la razón.
Hablamos de una firma cuidada y creativa que defiende la nobleza de la agricultura. Su apuesta pasa por un cultivo comprometido con la sostenibilidad de la tierra.
Aúna otros valores esenciales, por ejemplo, el cultivo del paladar del hombre a través de alimentos con un sabor natural. Y así, degustando autenticidad y naturalidad es como, verdaderamente, se puede apostar por la diferencia.
En definitiva, la aceituna cultivada, el paladar cultivado, la tierra cultivada y la persona cultivada. Por ello, el emblema de la marca es el ave cultivada, la lechuza de la Minerva romana o de la griega Palas Athenea, que, como apunta Vecino, “Se asocia tanto con las artes como con el pensamiento humanista y vela por las buenas practicas agroecológicas, trasformando su profunda sabiduría en conocimiento útil”.
Delicado e inspirador, ¿verdad?. Pues quedan más detalles. Como las etiquetas y la poética forma de expresar su singularidad a través de los dibujos a plumilla y los mensajes de Pedro Mora. Son tan emotivos como: “Aunque abunde la aceituna, por su esencia es solo una”.
Cada etiqueta, además, es diferente porque guarda el zumo de una exquisita variedad de aceituna. Junto a ello, la esencia del suelo en el que es cultivada y el cuidado que la mano del hombre, y su corazón, brindan a los olivos. Incluso influye la manera de extraer el zumo y de conservarlo en bodega. Y ellos le ponen mimo a cada uno de los pasos.
Combinan el saber hacer heredado con las tecnologías y tendencias contemporáneas. “Mientras que en la época antigua, y hace no tanto tiempo, los aceites se degustaban muy maduros, hoy en día se aprecian en su versión más verde”, explica Vecino.
El resultado son cuatro referencias: La Cultivada Arbequina, Hojiblanca, Lechín y un coupage con diferentes variedades de aceitunas. El cultivo es ecológico, sin fertilizantes artificiales ni pesticidas o herbicidas que acaban con la vida de la tierra. No solo eso sino que, actualmente, el equipo se forma en agricultura biodinámica, un sistema más holístico que tiene en cuenta la cosmología y la influencia de los planetas a la hora de intervenir en la tierra.
Si se trata de soñar, cultivemos el espíritu y llegaremos lejos.
Publicado en El Hedonista el 6 de septiembre de 2015 por Mar de Alvear: http://elhedonista.eleconomista.es/2015/09/la-cultivada-buenos-aceites/